sábado, 29 de septiembre de 2007

perdidissemus memoriam cum voce...

Toda persona que escribe se pregunta en algún momento ¿qué es lo que hago? Las respuestas son diversas, pero podemos, de forma general, decir que todo escrito responde a los intereses y preocupaciones de quien escribe. Lo que sí es que pocos son los escritores que reflexionan constantemente y se preocupan, pese a que ya está implícito en su trabajo, por transmitir el resultado de su reflexión. En el caso específico de los antiguos, Tácito es un óptimo ejemplo del escritor con una postura determinada sobre la escritura. Esta conciencia está ligada a su idea sobre la construcción de la memoria, donde la escritura, como historia, juega un papel protagónico.

También hubiéramos perdido la memoria misma junto con la voz, si estuviese en nuestra potestad el olvidar tanto como el callar.[1]

Si bien no es el único historiador de la antigüedad que hizo mención sobre la importancia de la escritura de la historia para la posteridad[2], si es uno de los que no sólo confiere importancia a las acciones de los ilustres, sino a la otredad.

Al igual que Herodoto, su postura no es unilateral. Dedica, en juego dialéctico, espacio para lo otro. Se trata de una conciencia de la alteridad. Se hace mención de lo que no figura en la historia oficial, se da lugar para hablar sobre las costumbres y hábitos de otros pueblos sin caer en una postura soberbia de superioridad, si no con cierto respeto.

Ejemplo de esto es la mención de Budica, mujer al mando de la resistencia britana:

...siendo su jefe Budica, mujer de linaje real (pues no hacen distinción de sexo en el gobierno)[3]

Mención que devela un mundo distinto, una forma de política diferente a la romana, donde las mujeres no ocupaban puestos de tal categoría en el ámbito público.

Por último llama mi atención el reconocimiento que hace de la tolerancia política de su época, donde se vive cierto ambiente de libertad propicio para el ejercicio de la escritura. No sin olvidar que a lo largo de la historia no siempre ha sido así, poniendo de ejemplo el caso de dos textos de similar naturaleza a su obra que, por ser considerados políticamente incorrectos, fueron motivo para la persecución, el destierro y el confinamiento al olvido de la historia.

...había sido digno de la pena capital, y que no sólo se ensañaron contra los mismos autores, sino también contra sus libros... que se quemaran los monumentos de los clarísimos ingenios en el comicio y el foro.[4]

El orden, impuesto por la censura, en detrimento de la libertad de expresión ha hecho que a lo largo de toda la historia de la humanidad, sólo conservemos un pequeño fragmento del pasado. En coincidencia, pensando en la literatura, se puede dar crédito al aserto de Marcel Duchamp, quién afirma que la historia del arte es una historia mediocre, pues sólo conservamos una mínima parte de todo lo que ha producido el hombre, lo más valioso, se ha perdido.

Salustio, Conjuración de Catilina, Texto y Trad. José Manuel

Pabón, CSIC, 2.° ed. Madrid, 1991, LXXVII et 97 pp.

Tácito, Vida de Julio Agrícola, Trad. José Tapia Zuñiga, SGERM, UNAM,

México, 1978, CXXIX et 39 pp.



[1] Memoriam quoque ipsam cum uoce perdidissemus, si tam in nostra potestate esset obliuisci quam tacere. (II,4)

[2] Por ahí está el mismo salustio, en la conjuración, por ejemplo.

[3] ...Boudica generis regii femina duce (neque enim sexum in imperiis discernunt)(XVI, 1)

[4] ...capitale fuisse, neque in pisos modo auctores, sed in libros quoque eorum saeuitum...ut monumenta clarissimorum ingeniorum in comitio ac foro urerentur.(II,1)

angelus novus

Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin