viernes, 31 de agosto de 2007

cartel cine medieval

Posted by Picasa

miércoles, 29 de agosto de 2007

aproximación a la Roma de Juvenal.



Suburra[1], tepito del mundo antiguo, es la Roma de Juvenal. Las sátiras ofrecen, de la Roma de su tiempo, una imagen negativa cuya aproximación en el mundo contemporáneo sólo se obtiene en la contemplación de cualquier urbe de las naciones subdesarrolladas.

Sobrepoblación, desigualdad social, desempleo, inseguridad, son motivos suficientes para que un legítimo romano, en el caso de Umbricio, considere que la vida en la capital es insufrible y busque oportunidad de hacer mejor vida en otra parte. Nada más parecido a los miles de trabajadores que buscan oportunidades fuera de su patria de origen.

En Roma, inmigrantes y esclavos de las provincias, ora médicos, ora adivinos, son chivos expiatorios de la crisis económica que el imperio atraviesa. Son vistos como oportunistas que roban a los romanos sus trabajos y pervierten la tradición. (III, 58-125vv.)Complejo de inferioridad del colonizador que se ve colonizado y que trata, a tropezones, de dar fácil solución a los problemas: adopción de una política de odio hacia el otro, xenofobia que el tercer reich en el siglo pasado y los gringos en la actualidad, se empeñan en emular, provocando inestabilidad social. Bonito homenaje a la antigüedad.

Pero no sólo los problemas están en la falta de empleo y la mala distribución de la riqueza, se torna peligrosa la existencia con los frecuentes derrumbes e incendios, aún más cuando, a causa de la sobrepoblación, se expande la urbe hacia el cielo y se llena el paisaje urbano de insulas[2] construidas al aventón (III, 189-122vv.). Estos son algunos problemas que, sobre la sociedad de su tiempo, relata Juvenal en su literatura.

Puto magis intellegi, si dixero

Los problemas expuestos por Juvenal en sus sátiras me hacen pensar en su postura respecto al papel de la literatura en la sociedad. Coincido con Bickel cuando afirma, en su manual de literatura latina[3], que las sátiras juvenalias se distinguen de las de Persio y Horacio por la defensa de una clase social determinada, lo que para mí implica una crítica política implícita y cierta responsabilidad frente a la problemática social.

Juvenal no se limita a la denuncia. Si la sátira III y la V nos ofrecen una amplia descripción de los problemas del imperio, la X y la XIV rebelan la postura que el satírico cree que es la mejor frente a estos.

El problema central es económico, y por lo tanto, político. La avaricia ha llevado a la grosera concentración de riqueza, ha impuesto que la política esté al servicio de una clase social (división de clases según el patrimonio[4], privilegios a las clases altas: lex roscia thetralis[5], etc) promueve una política imperialista al estilo contemporáneo:

Veniet classis quocumque uocarit spes lucri.[6]

Frente a esto, la solución propuesta es la adopción de la austeridad como valor, la reivindicación de la dignidad frente a los abusos de las clases altas (sát.X), la solidaridad ejemplificada con la mención de las costumbres de los judíos (inverosímil, ¿no?. En xiv, 96-106), el empeño en la educación de las generaciones venideras (sát. Xiv). En suma, como respuesta:

In quantum sitis atque fames et frigora poscunt, quanta, Epicuro, tibi paruis suffecit

[1] Epíteto metonímico. Cf. Juvenal, III, 5; X, 155-56.

[2] Diferente cosa son los edificios del infonavit en la actualidad, ejemplo de vivienda digna y segura.

[3]Bickel, E., Historia de la literatura romana, Madrid, Gredos 1969.

[4] 400 000 sestercios para ser equite.

[5] III, 159.

[6] Irá una flota adondequiera la llame la esperanza de lucro…” xiv, 277-78.

jueves, 9 de agosto de 2007

Prinzesinnenbad



Un título en apariencia anodino, "La piscina de las princesas" (Prinzesinnenbad), se convierte en un estudio generacional de perspicacia indiscutible. La realizadora Bettina Blümner describe en tono documental la educación afectiva y la iniciación sexual de un grupo de mujeres adolescentes, desde el punto de vista de las mismas protagonistas y sin sobrecargar el relato con ningún tipo de didactismo moral. El registro del lenguaje juvenil es notable, y tan espontáneo como la manera en que los adolescentes expresan su sexualidad o su deseo a través de conquistas poco convencionales (el ligue interracial es detonador aquí de situaciones humorísticas de gran desenfado). La frecuentación entusiasta de extranjeros (turcos en su mayoría) tiene como complemento y contraste el ánimo confundido de los padres que intentan ser liberales y comprensivos hasta verse rebasados por el anticonformismo de las "princesas" adolescentes, quienes transitan con facilidad de la apatía al escepticismo radical. En una escena, una joven describe su anhelo de ser dominada por un turco, simplemente como una forma de escapar a la rutina de su entorno familiar. Ella confía poder dominar después al extranjero burlando su machismo, un machismo en ultima instancia más atractivo que la grisura políticamente correcta de la gente que la rodea. Los relatos que integran esta cinta no pretenden ir más allá de la crónica puntual de experiencias juveniles en un medio urbano. Lo importante, sin embargo, es el rescate honesto del punto de vista femenino adolescente. Esto confiere a la cinta sus mejores acentos de originalidad y de frescura.

angelus novus

Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin