viernes, 6 de junio de 2008

césar vallejo in the street





palabra-muro, lírismo urbano. El poegrafismo se apropia de las calles de la ciudad de méxico y hoy vallejo es el motivo. De la colección de poemas titulada Poemas Humanos, publicada postumamente en 1939 Hoy me gusta la vida mucho menos...



Hoy me gusta la vida mucho menos,
Pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
Con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.
Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
Y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
Y, en fin, mi ser parado y en chaleco.
Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla... y
[repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!
Dije chaleco, dije
Todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda
[al lado
y está bien y está mal haber mirado
De abajo para arriba mi organismo.
Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡Tanta vida y jamás! ¡Y tantos años,
Y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

[Poemas humanos, París, 1939]

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me reconforta venir a este espacio a conocer nuevas cosas, pero me reconforta mas saber que representaras a los que sueñan.

Yo sueño y lo cumplire, ahora no pierdas o te sales de la familia jeje.

angelus novus

Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin